Sí, un reporte.
Y es que, dado que mis vacaciones fueron aburridas, uno no puede usar la palabra "aventura" o "crónica" o "relato" o "cuento". No, no se puede; es antinatural.
El chiste es que aquí les va el reporte.
Día 1.
Llegamos sin ningún contratiempo. Ya desempacados y acomodados, nos dispusimos a tomar café. En mi familia nunca cenamos, siempre es "tomar café". Y siempre hay café más el(los) pan(es) que lo acompaña(n). Después, mientras estabamos en la mesa ví pasar una rata. Entro por la puerta principal y se metió a uno de los cuartos.
Luego de haber terminado nuestro sagrado café nos dispusimos a correr a la rata. Y ahí vamos mi padre y yo armados con unas escobas a enfrentar al enemigo. El plan era que yo sacara a la rata del cuerto y mi padre la esperaba afuera para matarla.
Allá no use casco.
Pero no contabamos con la inteligencia de la rata.
Me la pasé 10 minutos golpeando con la escoba debajo del ropero dónde la presunta rata se escondía. No salió. Hasta que se me ocurrió mover una tabla que la hacía de puerta en una repisas... y ... ¡¡¡que sale corriendo la rata!!!!.
Yo nomas' la ví pasar; mi padre le alcanzó a dar un escobazo, pero creo que la rata no quedó herida de gravedad y corrió a esconderse en una alacena dónde solo había trastes.
Nunca más volvimos a ver a la rata. Se desapareció... se esfumó... se escabulló... y nos derrotó.
Día 2
Olvidada la guerra contra las ratas, me dispuse a jugar mi Nintendo DS en la quietud del medio día. No contaba yo con que un niño llegaría perturbar mi paz.
Es hijo de uno de mis primos; se ve traqnuilito el chamaco pero ya que entro en confianza conmigo, se volvió un mugre chamaco catrosísimo.
Total que estuve batallando toda la tarde con él por el nintendo ese que yo traía. Dejé que lo jugara un ratito y ya cuando se lo quise quitar, se puso pesadito. Claro, nada que una dosis de cosquillas no resuelva, y se lo quité. Lo guardé en mi mochila, pero el muy talante se atrevió a profanar mi mochila y lo sacó de ahí. Se lo volví a quitar, lo guardé en mi mochila, llevé mi mochila a otro cuarto. Y fue y sacó mi mochila del cuarto y se echó a correr con ella... y ahí andaba yo correteando al chamaco este.

Lo bueno que no corrió mucho porque yo ya no estoy para esos trotes. Ya no estoy para andar lidiando con niños ( ya estoy viejo :D ), pero no sé porque se me pegan tanto.
Y luego me siguió molestando toda la tarde para que le prestara al aparatito este. Me quitó una revista que yo estaba leyendo, no me dejó dormir, estuvo friegue y frigue... y como yo ya andaba al límite de mi paciencia, mejor se lo presté un rato. Me ganó. :D
Por ahí hasta me quiso hacer plática. Y me contó de su amigos y me preguntó que cuántos amigos tenía yo y que qué hacía yo para divertirme y así. Bastante agradable resultó el chamaco ya sin ánimos de fregar.
Día 3
Como son días de vagaciones pues siempre me levanto a las 10 de la mañana o más tarde, todo depende de que tanta flojera tenga. Por ahí el niño terrorista se apareció un rato, pero ya que le dejé jugar un ratito el videojuego ese se desapareció.Me la pasé toda la tarde escuchando música y video jugando.
En la tarde llegó más visita; llegó otra de mis tías con esposo e hijos. Y como yo me había estado durmiendo en el cuarto que normalmente la familia de ella ocupa, pues procedí a mudarme.
Había otras dos habitaciones libres, y pues ya escogí una. Todas las habitaciones son del mismo tamaño pero estas dos que quedaban libres están un poquito más feas. Tienen un espacio abierto entre le techo y las paredes, que se estila mucho por allá porque hace calor, pero a estos cuartos les faltaba una arregladita.
Y la noche llegó a la hora que tiene que llegar, así que m fui a hacer la meme (osease dormir). Como no soy de sueño fácil, me la paso buen rato mirando al techo y pensando hasta que al sueño le den ganas de aparecerse. Mientras contemplaba las sombras que se crean por la luz de la calle, escuché ruidos en el techo... luego ví sombritas moviéndose sobre la parte superior de las paredes... más ruidos... chillidos... mordisqueos...
Ya nomas' rezaba porque no se me aventaran encima. Aunque afortunadamente las ratas tienen buen equilibrio y a ninguna le dió ganas de caerse del techo. De todas maneras no me podía cambiar de cuarto, el otro estaba igual. Al final me quedé dormido con todo y que las ratas anduvieran pululando alrededor.
Día 4
Sobreviví a la noche de ratas. Ya nomas' informé que estabamos invadidos y pusieron algo de veneno para ratas.
Ese día me lo pasé como todos los demás. Viendo tele, escuchando música, jugando videojuegos o leyendo. En la tardecita, después de la comida, la familia se puso a platicar. Yo estaba en la habitación donde dormí pero desde ahí se escuchaba clarito todo lo que decían.
Andaba una de mis tías hablando sobre su esposo. Y lo andba ventaneando con que "él ya no servía como hombre" (osea pa'l sexo) y que además estaba bajo amenaza que solo se podía quedar con la esposa (o se ami tía) si dejaba de andar de calenturiento. Lo que más me sorprendió fue que toda la familia estuvo unanimemente de acuerdo en que a esa edad, el señor ya debía renunciar al 'cuchi cuchi'.
Será por esta clase de ideas que desconfío tanto de mi familia.
Bueno, otra vez se hizo oscuro y ya tocaba camita. Mis papás me dijeron que me pasara al cuarto donde ellos estaban, a una camita extra que había, para evitar a las ratas. Pero voy yo de valiente y les digo que NO (una de las grandes babosaadas que he hecho en mi vida).
Me fui a la cama y después de un rato... las ratas...volvieron...
Ahí estaban trepadas en las paredes. Esta vez solo aguante un rato porque agarré mis cobijas y me fui a dormir a la sala. Ya había tenido suficiente con las ratas; a la goma con ellas.
Me acurruqué en un silloncito; me envolví en las cobijas tal como lo manda el islam y traté de dormir.
Estaba muy intranquilo como para poderme dormir tan rápido y se me ocurrió entrar al cuarto de las ratas para sacar el ahuyentador de mosquitos (un raidolito, en términos mexicanos); justo cuando pasé por la puerta escuché como las ratas se echaron a correr, y al prender la luz alcancé a ver a una de las ratas escapando. Era una R-A-T-O-T-A, ya mero era tlacuache.
Ya me regresé a dormir y ahí quedó el día.
Día 5
Pues ya ni siquiera cuenta como día completo porque ese día era domingo y ya nos ibamos a regresar hacia acá, a la ciudad de México.
Lo único que el camino estuvo muy muy lleno. Tardamos dos horas más de lo habitual para llegar a casa. Y ya.
Y colorín colorado este reporte se ha acabado.
Y es que, dado que mis vacaciones fueron aburridas, uno no puede usar la palabra "aventura" o "crónica" o "relato" o "cuento". No, no se puede; es antinatural.
El chiste es que aquí les va el reporte.
Día 1.
Llegamos sin ningún contratiempo. Ya desempacados y acomodados, nos dispusimos a tomar café. En mi familia nunca cenamos, siempre es "tomar café". Y siempre hay café más el(los) pan(es) que lo acompaña(n). Después, mientras estabamos en la mesa ví pasar una rata. Entro por la puerta principal y se metió a uno de los cuartos.
Luego de haber terminado nuestro sagrado café nos dispusimos a correr a la rata. Y ahí vamos mi padre y yo armados con unas escobas a enfrentar al enemigo. El plan era que yo sacara a la rata del cuerto y mi padre la esperaba afuera para matarla.
Allá no use casco.
Pero no contabamos con la inteligencia de la rata.
Me la pasé 10 minutos golpeando con la escoba debajo del ropero dónde la presunta rata se escondía. No salió. Hasta que se me ocurrió mover una tabla que la hacía de puerta en una repisas... y ... ¡¡¡que sale corriendo la rata!!!!.
Yo nomas' la ví pasar; mi padre le alcanzó a dar un escobazo, pero creo que la rata no quedó herida de gravedad y corrió a esconderse en una alacena dónde solo había trastes.
Nunca más volvimos a ver a la rata. Se desapareció... se esfumó... se escabulló... y nos derrotó.
Día 2
Olvidada la guerra contra las ratas, me dispuse a jugar mi Nintendo DS en la quietud del medio día. No contaba yo con que un niño llegaría perturbar mi paz.
Es hijo de uno de mis primos; se ve traqnuilito el chamaco pero ya que entro en confianza conmigo, se volvió un mugre chamaco catrosísimo.
Total que estuve batallando toda la tarde con él por el nintendo ese que yo traía. Dejé que lo jugara un ratito y ya cuando se lo quise quitar, se puso pesadito. Claro, nada que una dosis de cosquillas no resuelva, y se lo quité. Lo guardé en mi mochila, pero el muy talante se atrevió a profanar mi mochila y lo sacó de ahí. Se lo volví a quitar, lo guardé en mi mochila, llevé mi mochila a otro cuarto. Y fue y sacó mi mochila del cuarto y se echó a correr con ella... y ahí andaba yo correteando al chamaco este.

Méndigos niños. Ya no son como los niños de antes. Por culpa de tanta porquería que ven en la tele ya no respetan a sus mayores. Ya no hay moral. :P
Lo bueno que no corrió mucho porque yo ya no estoy para esos trotes. Ya no estoy para andar lidiando con niños ( ya estoy viejo :D ), pero no sé porque se me pegan tanto.
Y luego me siguió molestando toda la tarde para que le prestara al aparatito este. Me quitó una revista que yo estaba leyendo, no me dejó dormir, estuvo friegue y frigue... y como yo ya andaba al límite de mi paciencia, mejor se lo presté un rato. Me ganó. :D
Por ahí hasta me quiso hacer plática. Y me contó de su amigos y me preguntó que cuántos amigos tenía yo y que qué hacía yo para divertirme y así. Bastante agradable resultó el chamaco ya sin ánimos de fregar.
Día 3
Como son días de vagaciones pues siempre me levanto a las 10 de la mañana o más tarde, todo depende de que tanta flojera tenga. Por ahí el niño terrorista se apareció un rato, pero ya que le dejé jugar un ratito el videojuego ese se desapareció.Me la pasé toda la tarde escuchando música y video jugando.
En la tarde llegó más visita; llegó otra de mis tías con esposo e hijos. Y como yo me había estado durmiendo en el cuarto que normalmente la familia de ella ocupa, pues procedí a mudarme.
Había otras dos habitaciones libres, y pues ya escogí una. Todas las habitaciones son del mismo tamaño pero estas dos que quedaban libres están un poquito más feas. Tienen un espacio abierto entre le techo y las paredes, que se estila mucho por allá porque hace calor, pero a estos cuartos les faltaba una arregladita.
Y la noche llegó a la hora que tiene que llegar, así que m fui a hacer la meme (osease dormir). Como no soy de sueño fácil, me la paso buen rato mirando al techo y pensando hasta que al sueño le den ganas de aparecerse. Mientras contemplaba las sombras que se crean por la luz de la calle, escuché ruidos en el techo... luego ví sombritas moviéndose sobre la parte superior de las paredes... más ruidos... chillidos... mordisqueos...
...sí, señoras y señores...
...¡¡¡Eran ratas!!!.... y me tenían rodeado...
Ya nomas' rezaba porque no se me aventaran encima. Aunque afortunadamente las ratas tienen buen equilibrio y a ninguna le dió ganas de caerse del techo. De todas maneras no me podía cambiar de cuarto, el otro estaba igual. Al final me quedé dormido con todo y que las ratas anduvieran pululando alrededor.
Día 4
Sobreviví a la noche de ratas. Ya nomas' informé que estabamos invadidos y pusieron algo de veneno para ratas.
Ese día me lo pasé como todos los demás. Viendo tele, escuchando música, jugando videojuegos o leyendo. En la tardecita, después de la comida, la familia se puso a platicar. Yo estaba en la habitación donde dormí pero desde ahí se escuchaba clarito todo lo que decían.
Andaba una de mis tías hablando sobre su esposo. Y lo andba ventaneando con que "él ya no servía como hombre" (osea pa'l sexo) y que además estaba bajo amenaza que solo se podía quedar con la esposa (o se ami tía) si dejaba de andar de calenturiento. Lo que más me sorprendió fue que toda la familia estuvo unanimemente de acuerdo en que a esa edad, el señor ya debía renunciar al 'cuchi cuchi'.
Será por esta clase de ideas que desconfío tanto de mi familia.
Bueno, otra vez se hizo oscuro y ya tocaba camita. Mis papás me dijeron que me pasara al cuarto donde ellos estaban, a una camita extra que había, para evitar a las ratas. Pero voy yo de valiente y les digo que NO (una de las grandes babosaadas que he hecho en mi vida).
Me fui a la cama y después de un rato... las ratas...volvieron...
Ahí estaban trepadas en las paredes. Esta vez solo aguante un rato porque agarré mis cobijas y me fui a dormir a la sala. Ya había tenido suficiente con las ratas; a la goma con ellas.
Me acurruqué en un silloncito; me envolví en las cobijas tal como lo manda el islam y traté de dormir.
Estaba muy intranquilo como para poderme dormir tan rápido y se me ocurrió entrar al cuarto de las ratas para sacar el ahuyentador de mosquitos (un raidolito, en términos mexicanos); justo cuando pasé por la puerta escuché como las ratas se echaron a correr, y al prender la luz alcancé a ver a una de las ratas escapando. Era una R-A-T-O-T-A, ya mero era tlacuache.
Ya me regresé a dormir y ahí quedó el día.
Día 5
Pues ya ni siquiera cuenta como día completo porque ese día era domingo y ya nos ibamos a regresar hacia acá, a la ciudad de México.
Lo único que el camino estuvo muy muy lleno. Tardamos dos horas más de lo habitual para llegar a casa. Y ya.
Sí no sé como dibujar carritos. Ignoren el parecido que tiene con los botes de leche, supuestamente son carros.
Y colorín colorado este reporte se ha acabado.
NOTAS:
Come se que seguramente preguntarán algunas cosas, me adelanto a sus pensamientos (no es que tenga poderes psíquicos o algo así pero... hagamos de cuenta como que sí... denme el avión aunque sea { 'dar el avión' significa 'tirar de a loco', 'darle por su lado','seguirle la corriente'... lo escribo de una vez por si alguien no sabía} ...).* Sí, en los 5 días ni siquiera salí de la casa; lo más lejecitos que llegué fue la jardín de la casa. Pero pues así son mis vacaciones familiares.
* No, no hay nada que hacer en ese pueblo. Ni siquiera es pueblo, apenas alcanza la clasificación de rancho. Son unas 20 casas que están a la orillla de la carretera.
* Como habrán notado, tampoco hubo conversación con nadie. La conversación más larga que tuve fue con el niño ese que me quitaba mi nintendo DS.
* Y para quienes preguntaron "¿Qué me trajiste?", pues no les traje nada. Aunque les pude haber traido una rata, eso sí había en abundancia. Ahí para la próxima.
* Sí, tengo muchos primos, pero no me llevo bién con ninguno de ellos.
* Sí, soy un antisocial.